miércoles, 3 de agosto de 2016

Novela sobre la novia de Puerto Colombia



Novela sobre la novia de Puerto Colombia




 […] Al pasar por la Curva del Diablo, tuvo cuidado de estar a punto de ver o sufrir un accidente, aunque hacía ya mucho tiempo en que había dejado de hablarse de que posiblemente por allí estaba sucediendo algo inaudito, y cuando entonces intentó pensar en lo normal, vio a la novia a un lado del camino. […] Aceleró lo que pudo, con valor y decisión de hombre experto, y sólo más adelante al alejarse de aquel paraje, volvió a ser casi el mismo con aire nuevo, en una vía tan solitaria donde lo único que existía era su vehículo en huida.
 En el trayecto, no se encontró con otro bus ni en sentido contrario, y supo por eso que se había dejado coger bastante tarde de la noche peor. En muchas situaciones, ya había pasado por eso, porque así como algunas veces había sido uno de los primeros en dejar de trabajar, varias veces también había sido uno de los últimos en andar por aquella carretera, que si en algo daba recelo era por tanta soledad que daba para imaginar muchas cosas que el día no mostraba. Sabía que estaba a pocos kilómetros de llegar al municipio, en el instante en que percibió que algo iba con él, por lo que al fijarse por el retrovisor, notó sentada a la misma mujer vestida de matrimonio en el último banco del bus, y mirándolo fijamente con sus ojos que ya han visto por varios años la muerte. […]
  El fragmento pertenece a La novia, una novela-reportaje que por evitar posibles demandas, está disfrazada de mucha ficción. Al comienzo menciona el drama de Manuel Deluque, que despechado llega a una fiesta y conoce a quien será sólo por una noche la mujer de su vida. Lo que él ignora -cuando en medio del viento frío la lleva en su jeep- es que ella es todo menos la vida, y tampoco le pide eso que le abriga que le había prestado, al despedirse y verla entrar feliz a su casa.
  La joven se trata nada más y nada menos que de Ángela Guzmán, la mujer más hermosa que dio a luz Barranquilla. El poder de su belleza llegaba tan lejos, que atrajo hacia sí muchos hombres que por enamorarla se volvieron poetas, pero sólo uno lleno de riqueza procedente del Líbano, tuvo la fortuna de ser visto por ella con los mismos ojos con que la raza humana entera hacía años la miraba. Sólo que a la mañana siguiente de haberse casado en la iglesia Inmaculada, en medio de los festejos, donde estuvo la alta sociedad, cuando ambos se dirigen a la luna de miel por la Circunvalar, una horrible tragedia de tránsito produce que ella sola pierda la vida y sea la pérdida más grande que alguna vez tuvo el amor. Desde entonces, muchos conductores de buses que paran en la estación de Puerto Colombia, aseguran a los cuatro vientos que se trata de la misma mujer misteriosa que vestida de matrimonio aparece en las noches a un lado de la carretera que lleva al municipio, haciendo insistentemente señal de que le paren, con lo que ha provocado tantos accidentes fatales que en esos alrededores se ha puesto de moda la muerte.
  Manuel Deluque, que es ignorante de eso, la va a buscar de nuevo en la mañana, y la madre de ella le abre la puerta y le cuenta la verdad de que está muerta. En vista de que no cree que sea cierto, la señora lo lleva entonces derecho a Jardines del Recuerdo donde está la tumba de la muchacha, y se llevan una gran sorpresa al ver que allí al lado está la chaqueta que era de él.
  La novela que narra ese impactante acontecimiento es de la autoría de Juan Carlos Herrera, un escritor que nació un 8 de junio de 1979 en Riohacha, La Guajira, al norte de Colombia. A los quince años de edad en Ciénaga, Magdalena, se sentó por curiosidad ante la máquina de escribir, y desde entonces no se ha vuelto a levantar jamás.
  En Barranquilla, algunos años después, se retiró de la facultad de Comunicación-Social y Periodismo de la Universidad Autónoma del Caribe, para dedicarse por completo a la literatura, creyendo erróneamente que salir adelante con ella era tan fácil como cuando la creaba con imaginación. Aún así, en medio de varios oficios para sobrevivir como ha sido tener una tienda, este buen alumno de García Márquez ha escrito en El Heraldo y publicado por su cuenta el libro de cuentos Lo que hizo un colombiano por una visa y la novela La bella mujer del narco. Se autodenomina a sí mismo “El Escritor del Muelle”, aquel personaje que por las tardes se pone al lado izquierdo de un muelle, para inspirarse perpetuamente en el mar Caribe.
  Siendo un niño, en Riohacha, le escuchó a su madre la historia del hombre que conoce a una joven en una fiesta, la deja bien en su casa, y cuando va a buscarla al día siguiente lo atiende la madre y lo lleva a su tumba donde está la prueba física de que eso pasó. A mediados de los años noventa en Barranquilla, mientras estudiaba el bachillerato, escuchó a un amigo algo diferente, como era lo de la leyenda de la novia de Puerto Colombia. Le llamó mucho la atención el hecho de que cuando los conductores de buses en la noche no le paraban, al rato la miraban sentada en la parte de atrás. También escuchaba lo mismo en los medios, como en Noticias Caracol. Pero sólo años más tarde, cuando leyó una crónica donde se culpaba a una joven de diecisiete años llamada Blanca Rosa Vilar Villamizar, fallecida en la vida real un 5 de febrero de 1983, de que posiblemente podía ser la verdadera difunta que provocaba eso, se sintió en serio conmovido por dentro.
  Pensó que el señalamiento era un grave error. Le parecía que si ella le aparecía a alguien, tal como cuando vio su foto por primera vez en el escrito, era para hacer pensar a los hombres por siempre en el amor. Entonces pensó que con la historia que le había contado su madre, mezclaría una mejor donde la diferenciaría del fantasma temible y le haría justicia eterna.
  La investigación no fue un problema, debido al tiempo que llevaba escarbando lo de la rara mujer vestida de matrimonio, hasta ver sus orígenes en el folclore ruso. La redacción es la de una novelista, que mientras la gesta con voces anónimas se cree periodista. Además, en vista que desde hacía años venía con la idea de ser “El Escritor del Muelle”, y que aquello tuviera como escenario en parte a Puerto Colombia donde estuvo uno de los muelles más largos que conoció la mirada del hombre, el tema le sirvió de excusa para seguir refiriendo cosas del mar Caribe. La novela es para él, más que una hazaña de escritor, un triunfo del sentimiento. A pesar de los señalamientos de que la buena muchacha sea el espectro de la carretera, cree que la obra tiene mérito para ser una de las mejores historias de amor escritas en el mundo.

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